miércoles, 7 de noviembre de 2007

HAGAN SITIO! HAGAN SITIO! - de Harry Harrison -


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Esta novela fue publicada en 1966, escrita por Harry Harrison; nos trae una visión de un futuro bastante caótico, lo más triste de ésta novela es que (aunque ya no es tan cierto como hace unos años) podría convertirse en realidad. Esta novela es la inspiración para la película de 1973, Cuando el destino nos alcance (o Soylent Green en inglés) protagonizada por Charlton Heston.

El relato comienza en pleno verano (Agosto) del futuro año 1999, y por si fuera poco se está pasando por una terrible ola de calor; en una época en la cual el planeta se encuentra súper-poblado, y los recursos realmente escasean, la mayoría de la comida es sintética, y la comida real (para nosotros lo más común y corriente como un filete o mantequilla) es un lujo que sólo los más ricos se pueden permitir; el agua es racionada al igual que las galletas a base de plancton que conforman la espina dorsal de la alimentación de la gente común y bañarse periódicamente es un lujo. El oficial de la policía, Detective Andy Rusch, es el protagonista de la historia; y al comienzo Harrison describe la vida que lleva éste junto a su compañero de cuarto Sol: un anciano ex-ingeniero del ejército que convirtió su pequeño apartamento en una habitación para dos personas, y logra darle corriente a su televisor y al refrigerador utilizando una bicicleta conectada a un generador.

La novela nos trae una visión bastante triste de un futuro donde no existen controles de natalidad y la mayoría de la gente no tiene donde vivir, las calles se encuentran abarrotadas de personas sin hogar, y es literalmente imposible lanzar una piedra al aire sin que le caiga a alguien. La historia nos lleva a través de la vida cotidiana de Rusch, vemos como el precinto de la policía donde trabaja, simplemente no se da abasto; todos los días hay docenas de asesinatos, sin contar las protestas populares y las labores de guardia antimotín que debe desempeñar Andy casi a diario; sobre todo los días de mercado; la gente se vuelve loca los días de mercado y siempre existe la posibilidad de un motín general.

Paralelamente Harrison narra la vida de Billy Chung, un muchacho chino, bastante pobre. En la novela el muchacho, en medio de un disturbio, logra apoderarse de una caja de filetes de soja (Soylent en la novela en inglés); se come algunos y el resto los vende; con el dinero obtiene trabajo como mensajero. En su primera entrega, Chung es enviado a un edificio de gente adinerada, con aire acondicionado, agua fresca y demás lujos; durante la corta estadía en el lugar, decide que sería posible meterse en un apartamento a robar; lo que lleva a cabo más adelante; el problema es que cuando está en el apartamento se encuentra con el inquilino: "Big Mike", quien se abalanza sobre el muchacho, pero resulta herido de muerte por Billy. El chico huye inmediatamente de la escena y más tarde la compañera de Mike, Shirl, y su guardaespaldas, encuentran el cadáver y lo notifican a la policía. Andy Rusch es asignado al caso, y al conocer a Shirl, queda prendado inmediatamente por su belleza.

LA PELÍCULA Y LA NOVELA

(Cuidado: el siguiente segmento tiene detalles de la trama de la novela y de la película)

Lo anterior es la introducción a la trama, luego de ésto se desarrolla toda la historia, al rededor de Andy y su relación con la muchacha, y de Billy Chung huyendo de las autoridades (de Andy en particular, pues a éste le es encomendada la tarea de encontrar al muchacho lo más pronto posible, ya que Mike tenía amigos poderosos). No voy a Revelar el final, nunca lo hago, pero la historia es muy buena, difiere bastante de la película Soylent Green, la cual simplemente toma algunos personajes y se inspira hasta cierto punto en la novela, pero llega un momento donde se desligan totalmente y se convierten en dos historias paralelas. En la película la parte del asesinato es diferente, es un rico, pero en éste caso no es Big Mike, sino un anciano que resultó ser miembro de la junta directiva de la compañía Soylent (proveedora de la mayor parte de la comida distribuida en el país y el resto del mundo), el cual fue mandado a matar por el resto de la junta directiva (mediante la contratación de un muchacho de la calle, el cual ocupa el personaje de Chung) pues estaba dispuesto a revelar el gran secreto detrás de las muy famosas galletas: El soylent está hecho de gente.

La novela no habla acerca de nada de ésto, el asesinato es un acto accidental, y no se habla de las galletas más que para mencionarlas en pocas ocasiones. En la novela, el romance entre Shirl y Andy se trata con más extensión, y al final no resulta, en la película no resulta tampoco, pero se trata de una forma diferente, pues la muchacha nunca se va a vivir en el departamento de Andy, lo cual sí ocurre en el libro y en la película no hablan nunca de lo que ocurre con el asesino, mientras que en la obra de Harrison se narran las desventuras del muchacho chino cuando huye de su hogar para escapar de las autoridades.

TENDREMOS ESPACIO?

Harrison; a través de su sátira; nos transporta a un futuro bastante miserable; y mediante el personaje de Sol, expresa su desacuerdo con la falta de control natal (para el momento cuando escribió la novela). Hoy día la amenaza de la súper-población mundial no está tan próxima, pues las tendencias sociales han cambiado mucho desde 1966; sin embargo hay países que se encuentran literalmente abarrotados, y faltos de recursos, sobre todo países sub-desarrollados. La visión de Harrison aún puede cumplirse, pues de todas formas el ser humano continúa agotando los recursos; tal vez no al ritmo desmesurado de hace algunos años, pero aún falta mucho para desviar esta tendencia de despilfarro; tomen por ejemplo la utilización masiva del combustible fósil, o la manera en que anualmente son desechados miles de litros de leche para mantener los precios en el mercado.

Afortunadamente, hoy en día se está haciendo mucho para cambiar ésta situación; pero aún falta mucho camino por recorrer para llegar a un uso eficiente de los recursos; por ejemplo: se está trabajando en la fabricación de alimentos a base de levadura; la cual, en teoría, puede usarse para hacer prácticamente cualquier comida. Esperemos que esta tendencia continúe; pues como dice Harrison en su dedicatoria de la novela a sus Hijos Todd y Moira: "Por su bien, hijos míos, espero que ésto resulte tan sólo una obra de ficción".



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ASNOS ESTÚPIDOS - Isaac Asimov -

Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federación Galáctica. En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados anteriormente: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biofísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo. Sin embargo, en el libro pequeño no había habido que tachar jamás ninguno de los nombres anotados.

En aquel momento, Naron, enormemente corpulento e increiblemente anciano, levantaba la vista, notando que se acercaba un mensajero.


— Naron -saludó el mensajero-. ¡Gran Señor!

— Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias.

— Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez.

— Estupendo. Estupendo. Actualmente ascienden muy aprisa. Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son ésos?

El mensajero dio el número clave de la galaxia y las coordenadas del mundo en cuestión.

— Ah, sí -dijo Naron-. Lo conozco. -Y con buena letra cursiva anotó el dato en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo. Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes.

Escribió, pues: La Tierra.

— Estas criaturas nuevas -dijo luego- han establecido un récord. Ningún otro grupo ha pasado de la inteligencia a la madurez tan rápidamente. No será una equivocación, espero.

— De ningún modo, señor -respondió el mensajero.

— Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto?

— Sí, señor.

— Bien, ése es el requisito -Naron soltaba una risita-. Sus naves sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación.

— En realidad, señor -dijo el mensajero con renuencia-, los Observadores nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio.

Naron se quedó atónito.

— ¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial?

— Todavía no, señor.

— Pero si poseen la energía termonuclear, ¿dónde realizan las pruebas y las explosiones?

— En su propio planeta, señor.

Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:

— En su propio planeta?

— Si, señor.

Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable como nadie en la galaxia.

— ¡Asnos estúpidos! -murmuró.